Había una vez un niño caminando por el campo, cuando entre
las nubes vio un angelito cantando una bella canción, que enseguida
desapareció.
El niño pensó que por allí debían estar las puertas del
cielo, y sería divertido ver qué había. Así que comenzó a construir una gran
torre de madera para llegar a las nubes, pero cuando fue muy alta, se derrumbó.
Lo intentó también con adobe, con ladrillos y acero, pero su torre siempre se
derrumbaba.
Cuando iba a abandonar, volvió a ver al angelito, rodeado de
más ángeles, y al atender a la canción escuchó que su mensaje era que allí sólo
se podía llegar si se quería con el corazón. La curiosidad desapareció, y deseó
con todas sus fuerzas subir con ellos al cielo.
Pero no pudo, y vencido por la impotencia y la pena, se
sentó y comenzó a llorar. Lloró, lloró y lloró tanto, tanto, que al salir el
sol apareció en aquel lugar un magnífico arcoíris, que precisamente fue a parar
a la nube, donde se abrieron las puertas del cielo.
Y el niño recorrió aquel camino sobre el arcoíris lleno de
alegría, pues comprendió que sólo con verdaderos deseos del corazón se puede
abrir el camino del cielo.
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