Es un Ángel de vestidos blancos o quizás del aura
cándida, que en el fondo es la misma cosa…
Es el gobernador del elemento aire, gobernador de los
vientos y de la nieve. Se eleva, silencioso sobre las inmensas extensiones
polares, y también sobre las cálidas zonas desérticas. Su Ser no está ligado a
la temperatura física sino a la vibración que le llega de los lugares.
Este modo de ser solitario no lo hace indiferente al
género humano, al contrario, lo acompaña desempeñando un papel muy importante.
Es el custodio de los deseos y de las esperanzas de
los hombres y también de sus secretos.
Es el ángel consolador de quién ha perdido un apersona
querida. Puede intervenir en los pensamientos y en los sueños de quien sufre,
llevándole consuelo.
Interviene para calmar la ansiedad, para apagar el
fuego del rencor y con la misma dulzura para domar la furia de los elementos
cuando se desencadenan en la tempestad.
Le gusta que le ofrezcan incienso y pétalos de flores
blancas. Protege tanto los lugares geográficos como a los hombres de los
peligros debido al hielo, a la nieve, y a los huracanes.
Recordemos que en el interior de la furia de los
elementos se desencadenan los devas oscuros. Así como los Ángeles de la luz
tienen la misión de proteger, guiar, custodiar aquello que les ha sido
confiado, del mismo modo los devas opuestos, los oscuros, tienen el deber de
destruir, confundir, romper los equilibrios.
El Ángel del Norte es el dominador del elemento aire y
corresponde al signo de Acuario. La tradición astrológica lo empareja con el
planeta Urano.
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