Ven a mis brazos… ven y apoya tu cabeza en mi pecho…
Cierra tus ojos y observa el resplandor de mi sagrada
emanación.
Aspira… aspira suave y profundamente.
He atravesado los cielos para llegar hasta ti…
Para abrazarte con ternura y dejar en tu alma mis efusiones
divinas de amor.
Aspira nuevamente… rítmicamente. Ahora… deja que te conduzca
a un lugar especial. Es un lugar mágico… habitado por seres de luz… de luz,
porque manifiestan la luz de su alma… y es lo único que puede dar forma a un
mundo así. Bosques encantados, flores divinas, castillos de finísimo cristal.
Los colores encantan, los sonidos extasían y el aroma es perfume celestial.
¡Oh, qué bello es este lugar! ¿Sabes cómo se ha creado? Con
los actos de bondad de los que habitan allí. La bondad es luz. La bondad se
graba en el alma con letras de oro que brillan, refulgen e iluminan todo. Yo
quiero para ti un mundo así. Por eso he llegado para guiarte… para inspirarte
que seas para Dios un canal por donde pueda Su bondad fluir.
Ahora, quédate conmigo y recibe la luz del día con amor…
porque será esplendoroso. Hecho pensando en ti…
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