Cuándo exactamente creó Dios a los ángeles está abierto al debate, pero lo que
sí se sabe con seguridad, es que todo lo que Dios creó era bueno, porque Dios,
en Su santidad, no puede crear algo pecaminoso. Así que cuando Satanás cayó del
cielo, quien alguna vez fue el ángel Lucero que se rebeló contra Dios, (Isaías
14; Ezequiel 28), un tercio de las huestes angélicas se sumaron a esta
insurrección (Apocalipsis 12:3-4,9). No hay duda de que estos ángeles caídos
ahora son conocidos como demonios.
Sabemos que
el infierno estaba preparado para el diablo y sus ángeles, de acuerdo a Mateo
25:41: “Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos,
al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles.” Al usar el posesivo
“sus”, Jesús deja en claro que estos ángeles pertenecen a Satanás. Apocalipsis
12:7-9 describe al final de los tiempos una batalla angélica entre Miguel y
“sus ángeles” y el diablo y “sus ángeles.” De este y textos similares queda
claro que los demonios y los ángeles caídos son sinónimos.
Algunos
rechazan la idea de que los demonios son los ángeles caídos debido al hecho de
que Judas verso 6 declara que los ángeles que pecaron, Dios “…los ha guardado
bajo oscuridad, en prisiones eternas…” Sin embargo, está claro que no todos los
ángeles que pecaron están “guardados,” puesto que Satanás aún está libre (1
Pedro 5:8). ¿Por qué encarcelaría Dios al resto de los ángeles caídos, pero
permitiría que el líder de la rebelión permaneciera libre? Parece que el verso
6 de Judas se refiere a Dios confinando a los ángeles que se rebelaron de una
manera adicional, como el incidente de “los hijos de Dios” descrito en Génesis
capítulo 6.
La
explicación alternativa más común sobre el origen de los demonios, es que
cuando los “nefilim” o “gigantes” de Génesis 6 fueron destruidos en el Diluvio,
sus almas incorpóreas se convirtieron en demonios. Mientras que la Biblia no
dice específicamente lo que sucedió con las almas de los nefilim cuando fueron
muertos, es ilógico que Dios destruyera a los nefilim en el diluvio sólo para
permitir que sus almas causaran un daño aún mayor como demonios.
La
explicación bíblica más consistente para el origen de los demonios, es que
ellos son ángeles caídos, los ángeles que se rebelaron con Satanás contra Dios.
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